El impacto de la pandemia COVID-19: Sus consecuencias educativas y laborales en el largo plazo

contacto@xaber.org.mx Inicio Xaber Contacto Lineas de trabajo Recursos repositorio de datos Blog Acciones que ayudan X Vicente A. García M. El impacto de la pandemia COVID-19: Sus consecuencias educativas y laborales en el largo plazo Alejandro Morduchowicz y Vicente García Moreno La pandemia causada por el Covid-19 no solo ha expuesto la debilidad de los sistemas de salud alrededor del mundo, también la de los sistemas educativos. Antes del Covid-19, los sistemas educativos en países en desarrollo ya enfrentaban brechas de aprendizaje importantes y de igual forma en la distribución de recursos educativos entre su población. De acuerdo con el Banco Mundial (2018), el 53% de las niñas y niños de países de ingreso bajo y medio no pueden leer y comprender un texto al finalizar la educación primaria. La pobreza del aprendizaje es mucho más severa en países de ingreso bajo, con una tasa de 90%.  En la historia reciente de los sistemas de educación se encuentran episodios en los que la población en edad escolar tuvo que detener la rutina educativa por terremotos, guerras, nevadas, huracanes, etc. Por ello se dispone de algunos antecedentes, aunque no de la magnitud actual (Marcotte & Hemelt, 2018; Goodman, 2014; Psacharopoulos et al., 2020). La literatura de los eventos que detuvieron la educación formal sobre el impacto en el aprendizaje es clara: al dejar de ir a la escuela, se pierde no solo la continuidad del aprendizaje en ese momento, sino también la posibilidad de adquirir el conocimiento programado para el ciclo escolar (Jaume & Willen, 2019). Por otro lado, las transiciones escolares —irrupciones estructurales del sistema educativo— de un ciclo escolar a otro también marcan discontinuidades en el aprendizaje entre estudiantes, y también tiene un impacto. México no es la excepción: el Covid-19 ha mostrado las grandes debilidades del sistema educativo.  Primero, el rezago en el aprendizaje ya era significativo en comparación con otros países. Además, hay una gran desigualdad educativa al interior del país. Las estrategias educativas para mitigar el aprendizaje con base en la tecnología fueron diseñadas en un ecosistema educativo (educación básica) donde no se utilizaba la tecnología – ni en la escuela ni en la casa – y los padres de familia no estaban capacitados para apoyar a sus hijos. Ante el cierre de escuelas durante el ciclo escolar 2019-2020 y la educación a través a distancia, de Hoyos (2020) demuestra que 81 % de la población en edad de ir a la escuela se encuentra en riesgo medio alto y alto de no aprender por las características de recursos educativos en su hogar. La discontinuidad de la escolarización presencial, además de traer efectos presentes y futuros en términos educativos y sociales propiamente dichos, impactará en la economía en su conjunto.   ¿Cuál será el efecto económico del cierre de escuelas en los estudiantes en México en el mediano y largo plazo?   Para entender la dimensión del problema en términos salariales y económicos, en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), se estimaron varios escenarios del efecto económico de la pérdida del aprendizaje por el cierre de escuelas:  En promedio, al momento de incorporarse al mercado laboral, la pérdida salarial de cada estudiante en educación obligatoria (primer grado de Primaria a tercero de Preparatoria) por el cierre de escuelas en el ciclo 2019-2020, será del 5% promedio del total de su salario.  Si también consideramos que se perderá parte del ciclo 2020-2021 (supusimos un 50% del primer semestre del ciclo escolar 2020-2021), proyectamos una pérdida salarial del 7% de sus ingresos laborales. Al agregar estas pérdidas para el país, la economía mexicana disminuirá el equivalente a un 4.5% del PIB durante la vida laboral de esta generación por efecto de los menores aprendizajes.  México asignó aproximadamente el 3.3% de su PIB a la educación en 2019. Como se ve, las pérdidas de clases tendrán un costo mayor que un año de inversión en educación. La desagregación por estado refleja la heterogeneidad del país: la pérdida en el PIB será desde un piso de 1.8% hasta el 6 %. Estas diferencias se dan por el nivel salarial, el mercado laboral y el nivel de escolaridad de la población. Los tres estados más impactados por la pérdida del ingreso salarial a lo largo de la vida a raíz del cierre de las escuelas por COVID-19 son Guerrero, Baja California y Yucatán, mientras que las entidades que verán menor pérdida son Morelos, Tlaxcala y Puebla. En general, los estados con menor pérdida salarial de sus estudiantes (menos del 3%) son aquellos con menor retorno a la inversión en educación y con escolaridad por debajo del promedio nacional, pues sus ingresos ya eran más bajos antes de la pandemia. Como se sabe, la crisis sanitaria reforzará el rezago educativo de la población más marginada. Esto comprometerá al país por una doble vía: a) la individual, en lo que se refiere a su inserción social y laboral y, b) la agregada, la que repercutirá en su economía.  Hasta ahora, se han adoptado medidas que intentan mantener cierta continuidad pedagógica; sin embargo, a la luz de los escenarios planteados eso será insuficiente. Se debería comenzar a reflexionar las acciones que permitan atemperar el impacto eventual sobre el futuro de la población escolar actual; entre ellas, modalidades híbridas (clases presenciales y remotas), la apertura de las escuelas en localidades o áreas con bajos o nulos índices de contagios, así como mayor seguimiento de estudiantes y acercamiento a quienes no han podido mantener ningún tipo de vínculo con el sistema educativo en estos meses. Referencias Banco Mundial, (2018). “World Development Report 2018: Learning to Realize Education’s Promise”, The World Bank, disponible en:www.worldbank.org/en/publication/wdr2018 Marcotte, Dave y Hemelt, Steven (2007). “Unscheduled School Closings and Student Performance. Education Finance and Policy”, IZA DP No. 2923 disponible en:  ftp.iza.org/dp2923.pdf Jaume, David & Willén, Alexander  (2017). “The Long-Run Effects of Teacher Strikes: Evidence from Argentina”, disponible en: www.journals.uchicago.edu/doi/abs/10.1086/703134 Psacharopoulos, George, Collis, Victoria, Patrinos, Harry Anthony & Vegas, Emiliana, 2020. “Lost Wages : The COVID-19 Cost of School Closures”, Policy Research Working… Seguir leyendo El impacto de la pandemia COVID-19: Sus consecuencias educativas y laborales en el largo plazo

¿Incluidas en las escuelas, excluidas de la sociedad?

contacto@xaber.org.mx Inicio Xaber Contacto Lineas de trabajo Recursos repositorio de datos Blog Acciones que ayudan X Jennifer L. O’Donoghue ¿Incluidas en las escuelas, excluidas de la sociedad? Texto publicado originalmente en Pluma púrpura, el Blog de MUxED, y con su permiso se reproduce en este medio. La participación activa de la juventud es esencial para construir sociedades que busquen un presente y futuro sostenible para todas las personas (ONU, 2020b). Que las y los jóvenes puedan tomar ese papel implica, por un lado, que desarrollen capacidades y actitudes para habilitarse como agentes de cambio en su propio desarrollo, así como para la sociedad, y, por el otro, garantizar que tengan acceso a oportunidades para poner en práctica dicha agencia en las múltiples esferas de sus vidas (OCDE, 2019; ONU, 2020; PNUD, 2014). La juventud es una etapa crítica, siendo un periodo de transición, durante el cual las personas jóvenes toman decisiones que impactarán en su futuro, así como en el de sus familias y comunidades (permanecer en la escuela, tener trabajo remunerado, ejercer su ciudadanía o comenzar una familia, entre otras). También se presentan oportunidades y retos específicos; es la etapa en la cual las personas desarrollan su identidad, lo que determina en gran medida su manera de actuar y comportarse. Por esta razón, la juventud es considerada como una segunda “ventana de oportunidad” – después de la primera infancia – para el desarrollo de habilidades socioemocionales y la modificación de expectativas y aspiraciones acerca del futuro (Novella at al., 2018).  Sin embargo, en México, la juventud ha sido una de las etapas de vida más olvidadas y descuidadas. No hemos garantizado a la mayoría de las personas jóvenes oportunidades para desarrollarse, participar y prosperar en la realización de su proyecto de vida y como agente de transformación social.   El espacio escolar debe fortalecer en las personas jóvenes las competencias básicas, transferibles y especializadas que permiten acceder a mejores oportunidades formativas y laborales, más allá de la escuela. Pero sólo dos de tres jóvenes ingresan a la educación media superior en tiempo y forma, y la tercera parte de los que sí llegan a este nivel no lo termina (INEE, 2019). Y alrededor de la mitad de las y los jóvenes no desarrollan las competencias básicas que necesitan para seguir aprendiendo y ser partícipes activos de sus sociedades (SEP, PLANEA).  Para muchas personas jóvenes, terminar la educación obligatoria tampoco ha sido suficiente para mejorar sus oportunidades en otros espacios. Esto es particularmente el caso para las jóvenes mujeres. En contraste con otros países y regiones y de acuerdo a los indicadores más comunes, en México las mujeres, en general, van “mejor” en la escuela. Si consideramos su progreso por el sistema educativo, vemos que desde 2º de primaria, más niñas que niños avanzan al siguiente grado; en el país, 66 de cada 100 jóvenes mujeres llegan a inscribirse en la educación media superior en su edad normativa versus 61 jóvenes hombres (XABER; CONAPO, 2018), y la tasa de abandono femenino en este nivel es 4.4 puntos porcentuales menor que la de los varones (INEE, 2019). Con sus variaciones, este patrón se repite en casi toda la República. Asimismo, hay indicios de que se está superando estereotipos de que, por ejemplo, la educación técnica no es para las mujeres; a nivel nacional, la distribución por género en todos los tipos de servicio – bachillerato general, tecnológico y profesional técnico – es básicamente 50-50 (SEP, SIGED). (Hay importantes excepciones; en NL, por ejemplo, todavía dos de cada tres estudiantes en educación técnica son hombres).  A pesar de estos avances en el sector educativo, una vez que salen de las escuelas, las jóvenes no tienen el mismo acceso a oportunidades formativas (ni remunerativas) en el espacio laboral. En el mundo productivo las personas jóvenes encuentran la oportunidad no sólo de ejercer su creciente agencia económica, sino también de seguir consolidando y ampliando sus competencias transferibles y especializadas. Tan importante son las oportunidades de aprendizaje en los espacios laborales, que la Alianza Jóvenes con Trabajo Digno las incluyen como parte de su Decálogo de Buenas Prácticas para la Inclusión Laboral: “ofrecer…prácticas laborales y planes de capacitación continua, formas de aprendizaje, posibilidades de crecimiento y desarrollo profesional” (Alianza Jóvenes con Trabajo Digno, 2020).  Aunque no tenemos información precisa sobre las oportunidades formativas de jóvenes participando en el mercado laboral, los datos disponibles no sugieren un acceso generalizado a tales. Tres de cada cinco personas jóvenes actualmente ocupadas en el mercado laboral – 9.3 millones – trabajan en el mercado informal, limitando significativamente sus oportunidades de estabilidad, aprendizaje y crecimiento profesional (ENOE,2019).  Para las mujeres jóvenes, los datos son aún más preocupantes. Mientras cuatro de cada cinco jóvenes hombres se insertan en el mercado laboral una vez que salen de la escuela, apenas la mitad de las mujeres participan en espacios laborales al egresar de su educación. En cambio, una de cada tres labora en el hogar, sin acceso a oportunidades formales de aprendizaje continuo, en trabajos no remunerados domésticos y de cuidado. Hay 15 veces más jóvenes mujeres en esta situación que hombres (más de 3.8 millones de mujeres de entre 15 y 29 años en el 4º trimestre de 2019, cifra que sin duda ha crecido de manera importante debido a la pandemia; ver Observatorio Género y COVID-19 en México, 2020).  La exclusión que viven las jóvenes en el espacio laboral tiene implicaciones para ellas, así como para el desarrollo sostenible del país. Por un lado, las deja en una situación de inseguridad y dependencia económica en el presente (y el futuro), vulnerabilidad que se agudiza en medio de la pandemia provocada por el COVID-19; la pérdida de empleo ha afectado más a las mujeres que a los hombres (-11.1% vs. -6.5%, respectivamente; BID, 2020). Por el otro lado, mantener a la tercera parte de las jóvenes fuera de los espacios laborales les impide seguir desarrollando y consolidando competencias para ser agentes en la construcción de una sociedad más justa e incluyente, no… Seguir leyendo ¿Incluidas en las escuelas, excluidas de la sociedad?

Mitigando el impacto del COVID-19 sobre los aprendizajes.

contacto@xaber.org.mx Inicio Xaber Contacto Lineas de trabajo Recursos repositorio de datos Blog Acciones que ayudan X Rafael de Hoyos Mitigando el impacto del COVID-19 sobre los aprendizajes. Xaber_NP1_COVID_FINAL (1) Referencias © Copyright 2022 Xaber A.C. Todos los derechos reservados Aviso de privacidad contacto@xaber.org.mx Enlaces frecuentes Inicio Como apoyar Video Xaber Afrontar la crisis educativa del COVID – 19 con perspectiva de género  Aprender con Evidencia Suscríbase a nuestros boletines ¡Reciba noticias y actualizaciones de Xaber! Inscríbase a nuestro boletín electrónico. © Copyright 2022 Xaber A.C. Todos los derechos reservados Inicio Apoya a Xaber mas Recursos

Talento, educación y política pública

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contacto@xaber.org.mx Inicio Xaber Contacto Lineas de trabajo Recursos repositorio de datos Blog Acciones que ayudan X Sebastián Guevara Talento, educación y política pública Imaginemos a dos niñas de 13 años y cuya única diferencia es el entorno familiar en el que crecieron. Los padres de la primera han promovido un futuro para su hija en las ciencias. Ellos han apoyado a su hija en las decisiones relacionadas con sus estudios, lo cual la ha llevado a identificar posibles áreas de trabajo en un futuro. Contrasta con la historia de la segunda niña, quien nació en un hogar cuyos padres no concluyeron su educación obligatoria y no cuentan con las herramientas para orientar a su hija hacia un futuro con oportunidades diferentes a las de su contexto. ¿Cómo podemos contrarrestar este fenómeno? Un sistema educativo exitoso es uno capaz de identificar y promover el talento, impulsando el proyecto de vida de cada persona. El hecho de que jóvenes capaces y talentosas que tienen el potencial para estudiar en instituciones de calidad, pero cuya ausencia de orientación e información oportuna ocasiona que sus oportunidades sean restringidas es un problema público, no meramente individual. En principio, la información deficiente sobre las carreras alternativas puede dar lugar a malas elecciones y aumentar el abandono del aprendizaje formal (Beyond Rhetoric 2003, capítulo 2).  Una mejor orientación mejora la empleabilidad, ya que permite identificar los intereses y las capacidades, encontrar y conservar un nuevo empleo, adaptarse a los cambios del mercado de trabajo y a los nuevos requisitos laborales (Career Guidance 2004, pág. 84). Un programa de orientación vocacional debe estar enfocado en que las personas descubran y comprendan sus intereses, capacidades y fortalezas; desarrollen habilidades fundacionales para su desarrollo laboral; y cuenten con información sobre opciones y oportunidades formativas, tanto escolarizadas como no escolarizadas, relacionadas con su trayectoria de vida. Es importante llevar a cabo esta orientación antes de que las y los adolescentes tomen decisiones importantes sobre sus trayectorias educativas y laborales (como puede ser la elección de una opción de educación media superior o la decisión de abandonar la escuela para desempeñarse en un oficio). Además, debe estar enfocada en municipios y colonias con altos niveles de deserción escolar, desempleo y subempleo juvenil, al igual que marginación socioeconómica. Se debe priorizar a las escuelas secundarias y de media superior con mayores tasas de abandono escolar.  Una estrategia de este estilo debe garantizar que los programas de orientación vocacional sean integrales, es decir, que tengan un enfoque de desarrollo incorporado en el programa de estudios y con un fuerte componente experimental, en el cual las y los adolescentes pueden hacer visitas, por ejemplo, y conocer a personas que trabajan en distintos sectores. En esos programas se debe promover la participación de miembros de la comunidad, así como del personal de las escuelas. Igualmente, se debe garantizar que se erradiquen estereotipos de género sobre las decisiones que pueden tomar una persona joven.  En muchas familias, las transiciones educativas (de secundaria a preparatoria y de preparatoria a educación superior) no reciben la atención debida. Un estudio reciente (CPP-UVM & Aspen Institue 2017), revela que  los padres se dicen satisfechos con la educación que reciben sus hijos (evaluando en puntaje de 1 a 10, con 8.5). Esto es contrastante con lo que sabemos sobre la calidad de las escuelas primarias y secundarias. La prueba PLANEA de 2018 muestra que el 49% de los estudiantes de 6to de primaria tienen un dominio insuficiente de Lenguaje y Comunicación. Este número aumenta a 59% cuando se trata de Matemáticas. Casi 2 de cada 3 de los estudiantes de 3ro de secundaria obtuvieron un logro educativo insuficiente en Matemáticas en 2017. Este dominio insuficiente de los aprendizajes clave del currículum refleja carencias fundamentales que dificultan el aprendizaje futuro. No hay manera de arreglar el problema de fondo sin atender a los más de 15 millones de niños, niñas y jóvenes que se encuentran escolarizados pero no alcanzan los conocimientos mínimos necesarios. Esta disonancia ejemplifica la importancia de la orientación vocacional y el cuidado de las transiciones educativas.  La orientación vocacional en México no es una política pública. El gobierno y organizaciones de la sociedad civil deberían generar apoyos que garanticen las orientación para todas las niñas, niños y jóvenes ya que estas transiciones afectan en gran medida la vida de los individuos y muchas veces las juventudes no son conscientes de ello. Se podría ser más claro e informativo en la manera en la que transmiten mensajes que afectarán estas decisiones. Hace falta una política de Estado que dicte: “la educación es importante y te vamos a apoyar para que tomes las mejores decisiones”. Maximizar las habilidades y el potencial de cada ser humano debe ser un objetivo explícito de la educación en una nación moderna. La educación y la orientación contribuyen al desarrollo personal del individuo, aumentan su productividad y sus ingresos en el trabajo y facilitan la participación de todos en la vida política y social. De ello se desprende que la educación y la capacitación también pueden ayudar a los individuos a romper con trampas de pobreza. Por consiguiente, la inversión en educación y orientación es una inversión en el futuro; los conocimientos y las aptitudes son el motor del crecimiento económico y el desarrollo social. Referencias Centro de Opinión Pública de UVM y el Aspen Institute México (2017). Educación Básica En México. Conociendo a los maestros: La visión del padre de familia y del maestro. Laureate International Universities. OECD (2003), Beyond Rhetoric: Adult Learning Policies and Practices, OECD, Paris.  OECD (2004), Career Guidance and Public Policy. Bridging the Gap, OECD, Paris. © Copyright 2022 Xaber A.C. 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¿Abrir o no abrir las escuelas?

contacto@xaber.org.mx Inicio Xaber Contacto Lineas de trabajo Recursos repositorio de datos Blog Acciones que ayudan X Rafael de Hoyos ¿Abrir o no abrir las escuelas? Rafael de Hoyos La decisión de abrir o mantener cerradas las escuelas debe ser el resultado de comparar los riesgos asociados a la posible transmisión de la COVID-19 contra los costos relacionados a la pérdida de aprendizajes entre estudiantes. En marzo pasado, cuando comenzó la pandemia en México, dada la poca o nula información sobre los riesgos para la comunidad escolar asociados a la propagación de un virus desconocido, lo más prudente era cerrar las escuelas.  Sin embargo, de marzo a la fecha se ha producido mucha evidencia sobre los riesgos sanitarios para docentes, estudiantes y sus padres asociados a la reapertura de escuelas y los costos relacionados con la pérdida de clases presenciales. Esta información adicional, nos permite tomar una decisión que pondere con menos incertidumbre los costos y beneficios asociados al cierre o apertura de escuelas.   Ahora sabemos que la gran mayoría de las niñas y niños menores a 12 años que adquieren COVID-19 no padecen síntomas, una proporción muy pequeña manifiestan síntomas graves (ECDC, 2020) y tienen una menor tasa de transmisión del virus (Lewis, 2020). Las escuelas tampoco parecen ser un foco de propagación del virus. La evidencia para Estados Unidos (Gilliam et al., 2020), España (Prats et al., 2020) y Alemania (Isphording, 2020) muestra que la reapertura de escuelas no provocó un aumento en la tasa de infección en estos países.  Adicionalmente, un estudio del Centro de Prevención y Control de Enfermedades en Europa (2020) encontró que los docentes de primaria no presentaron una tasa de contagio mayor a la que tenían otros profesionistas, sugiriendo que su profesión no los expone a un mayor riesgo de infección. Toda esta evidencia indica que los riesgos sanitarios asociados a mantener las escuelas abiertas son menores a los que percibíamos cuando comenzó la pandemia.   También se ha generado mucha información sobre la pérdida de aprendizajes provocada por la falta de clases presenciales. A pesar de que la autoridad educativa asegura que “no hay pérdida de conocimientos con el cierre de escuelas”, la evidencia para otros países—con mucho mejores condiciones que México—sugiere lo contrario. Investigaciones recientes en Bélgica (Maldonado, 2020) y Holanda (Engzell et al., 2020), con base en pruebas estandarizadas aplicadas a alumnos de primaria después de 8 semanas de mantener las escuelas cerradas, muestran una pérdida de aprendizajes significativa y mucho más profunda entre los estudiantes de bajos ingresos. La pérdida de aprendizajes se da a pesar de que la gran mayoría de los estudiantes en ambos países tienen acceso a un dispositivo con acceso a internet.  La pérdida de aprendizajes no debería sorprender a los que han seguido el debate sobre el efecto de las tecnologías de la información en educación. A pesar del gran avance tecnológico, no hay aplicación, interfaz o algoritmo que haya superado la capacidad de los docentes para generar aprendizajes entre los alumnos. Particularmente para los estudiantes de preescolar y primaria, las tecnologías de la información son solo un complemento, no un substituto del proceso convencional de enseñanza (Escueta et al., 2019). La presencia de un adulto, padre o tutor, asistiendo al estudiante, durante el proceso de aprendizaje es fundamental. En México y el resto de América Latina, la alta desigualdad económica hace que los efectos negativos de mantener las escuelas cerradas sean mayores que en Europa. La mitad de los alumnos de educación básica (preescolar, primaria y secundaria) no tiene un dispositivo con acceso a internet en el hogar (todos los cálculos con base en de Hoyos, 2020). Inclusive proveyendo tabletas u otros dispositivos a todos los estudiantes, la pérdida de aprendizajes sería significativa debido a las condiciones del hogar. Más de la mitad de los alumnos en México viven en un hogar de bajos ingresos con padres que no concluyeron la educación obligatoria y trabajan en el sector informal de la economía y, por lo tanto, tienen pocas posibilidades de responsabilizarse del proceso de enseñanza.  Más de 10 millones de estudiantes de educación básica en México viven en un hogar sin un dispositivo con acceso a internet y sin padres con la escolaridad o el tiempo para asistirlos en el proceso de aprendizaje. Siete de cada diez de ellos viven en condiciones de pobreza y llevan desde marzo sin aprender, a pesar de que son los que más necesitan de una educación de calidad para aspirar a un futuro con mayor bienestar. Para ellos, junto con la escuela, se cerró el proceso formal de aprendizaje y cada día que pasa se reduce su ingreso futuro y se abre más la desigualdad de oportunidades entre ellos y sus pares en hogares no pobres. A pesar de todas sus limitaciones, para estos 10 millones de niñas y niños la escuela es quizá la única oportunidad para aspirar a un mejor nivel de vida—aunque esto está lejos de ser una certeza.    Falsas disyuntivas Habrá quien argumente que lo que he presentado hasta ahora es una comparación inválida, inclusive inmoral, porque si bien es cierto que se pierden aprendizajes al mantener las escuelas cerradas, lo que se ganan son vidas. En realidad, en ambos casos estamos hablando de salvar vidas. La relación entre la COVID-19 y la posible pérdida de la vida es clara y ocurre en el corto plazo, mientras que las vidas que se pierden debido al cierre de escuelas dependen de efectos indirectos y solo ocurre en el muy largo plazo. Pero la escolaridad y los aprendizajes están relacionados con la salud (Galama, 2018) y la esperanza de vida (Lleras-Muney, 2005). El cerrar escuelas hoy reduce los aprendizajes y las trayectorias educativas, sobre todo de los más pobres, lo cual reduce sus ingresos futuros, salud y esperanza de vida. Aunque la relación entre aprendizajes y esperanza de vida no sea obvia y por lo tanto resulte difícil internalizarla, abrir las escuelas también salva vidas, las vidas futuras de los hoy niñas y niños que viven en situación de pobreza. ¿Qué podemos hacer? El primer paso es aceptar que la pandemia trae consigo una pérdida de aprendizajes… Seguir leyendo ¿Abrir o no abrir las escuelas?