Sebastián Guevara

Talento, educación y política pública

Imaginemos a dos niñas de 13 años y cuya única diferencia es el entorno familiar en el que crecieron. Los padres de la primera han promovido un futuro para su hija en las ciencias. Ellos han apoyado a su hija en las decisiones relacionadas con sus estudios, lo cual la ha llevado a identificar posibles áreas de trabajo en un futuro. Contrasta con la historia de la segunda niña, quien nació en un hogar cuyos padres no concluyeron su educación obligatoria y no cuentan con las herramientas para orientar a su hija hacia un futuro con oportunidades diferentes a las de su contexto. ¿Cómo podemos contrarrestar este fenómeno?

 

 

Un sistema educativo exitoso es uno capaz de identificar y promover el talento, impulsando el proyecto de vida de cada persona. El hecho de que jóvenes capaces y talentosas que tienen el potencial para estudiar en instituciones de calidad, pero cuya ausencia de orientación e información oportuna ocasiona que sus oportunidades sean restringidas es un problema público, no meramente individual. En principio, la información deficiente sobre las carreras alternativas puede dar lugar a malas elecciones y aumentar el abandono del aprendizaje formal (Beyond Rhetoric 2003, capítulo 2). 

 

 

Una mejor orientación mejora la empleabilidad, ya que permite identificar los intereses y las capacidades, encontrar y conservar un nuevo empleo, adaptarse a los cambios del mercado de trabajo y a los nuevos requisitos laborales (Career Guidance 2004, pág. 84). Un programa de orientación vocacional debe estar enfocado en que las personas descubran y comprendan sus intereses, capacidades y fortalezas; desarrollen habilidades fundacionales para su desarrollo laboral; y cuenten con información sobre opciones y oportunidades formativas, tanto escolarizadas como no escolarizadas, relacionadas con su trayectoria de vida.

 

 

Es importante llevar a cabo esta orientación antes de que las y los adolescentes tomen decisiones importantes sobre sus trayectorias educativas y laborales (como puede ser la elección de una opción de educación media superior o la decisión de abandonar la escuela para desempeñarse en un oficio). Además, debe estar enfocada en municipios y colonias con altos niveles de deserción escolar, desempleo y subempleo juvenil, al igual que marginación socioeconómica. Se debe priorizar a las escuelas secundarias y de media superior con mayores tasas de abandono escolar. 

 

 

Una estrategia de este estilo debe garantizar que los programas de orientación vocacional sean integrales, es decir, que tengan un enfoque de desarrollo incorporado en el programa de estudios y con un fuerte componente experimental, en el cual las y los adolescentes pueden hacer visitas, por ejemplo, y conocer a personas que trabajan en distintos sectores. En esos programas se debe promover la participación de miembros de la comunidad, así como del personal de las escuelas. Igualmente, se debe garantizar que se erradiquen estereotipos de género sobre las decisiones que pueden tomar una persona joven. 

 

 

En muchas familias, las transiciones educativas (de secundaria a preparatoria y de preparatoria a educación superior) no reciben la atención debida. Un estudio reciente (CPP-UVM & Aspen Institue 2017), revela que  los padres se dicen satisfechos con la educación que reciben sus hijos (evaluando en puntaje de 1 a 10, con 8.5). Esto es contrastante con lo que sabemos sobre la calidad de las escuelas primarias y secundarias. La prueba PLANEA de 2018 muestra que el 49% de los estudiantes de 6to de primaria tienen un dominio insuficiente de Lenguaje y Comunicación. Este número aumenta a 59% cuando se trata de Matemáticas. Casi 2 de cada 3 de los estudiantes de 3ro de secundaria obtuvieron un logro educativo insuficiente en Matemáticas en 2017. Este dominio insuficiente de los aprendizajes clave del currículum refleja carencias fundamentales que dificultan el aprendizaje futuro. No hay manera de arreglar el problema de fondo sin atender a los más de 15 millones de niños, niñas y jóvenes que se encuentran escolarizados pero no alcanzan los conocimientos mínimos necesarios. Esta disonancia ejemplifica la importancia de la orientación vocacional y el cuidado de las transiciones educativas. 

 

 

La orientación vocacional en México no es una política pública. El gobierno y organizaciones de la sociedad civil deberían generar apoyos que garanticen las orientación para todas las niñas, niños y jóvenes ya que estas transiciones afectan en gran medida la vida de los individuos y muchas veces las juventudes no son conscientes de ello. Se podría ser más claro e informativo en la manera en la que transmiten mensajes que afectarán estas decisiones. Hace falta una política de Estado que dicte: “la educación es importante y te vamos a apoyar para que tomes las mejores decisiones”. Maximizar las habilidades y el potencial de cada ser humano debe ser un objetivo explícito de la educación en una nación moderna.

 

 

La educación y la orientación contribuyen al desarrollo personal del individuo, aumentan su productividad y sus ingresos en el trabajo y facilitan la participación de todos en la vida política y social. De ello se desprende que la educación y la capacitación también pueden ayudar a los individuos a romper con trampas de pobreza. Por consiguiente, la inversión en educación y orientación es una inversión en el futuro; los conocimientos y las aptitudes son el motor del crecimiento económico y el desarrollo social.

Referencias

Centro de Opinión Pública de UVM y el Aspen Institute México (2017). Educación Básica En México. Conociendo a los maestros: La visión del padre de familia y del maestro. Laureate International Universities.

 

OECD (2003), Beyond Rhetoric: Adult Learning Policies and Practices, OECD, Paris. 

 

OECD (2004), Career Guidance and Public Policy. Bridging the Gap, OECD, Paris.

 

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